Una lluvia incesante, constante y sin treguas nos acompaña desde el viernes pasado.
Así que el fin de semana ha sido monacal. Encerrados en nuestros nidos a la espera de ese rayo de sol que nos anime a abandonarlo.
La tarde del sábado me subía ya por las paredes (las del nido, claro) y tomaba la decisión de salir sin armadura al exterior acompañado de mi cámara, trípode, mochila y cómo no, el imprescindible paraguas.
Pronto comprendo que tanto trasto es difícil de manejar y tras una hora de pelea con todos ellos en busca de una foto que traerme en la mochila, desisto y regreso al nido.
No se producen más salidas en lo que queda de fin de semana.
Esto es lo único que logré obtener bajo la lluvia.
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