viernes, 13 de diciembre de 2013

Últimamente

 
Olafur Arnalds - Only the winds

Últimamente no escribo. Últimamente no hago fotos. Últimamente no hago nada...

Necesito salir de la apatía que me envuelve, me siento como una oruga en su crisálida hibernando en otoño, fuera de temporada.

Así que este primer fin de semana largo de diciembre me propuse intentar recuperar tiempos perdidos, obligarme a salir y colgarme la cámara al hombro.

Ante la previsión de nieblas matutinas decido coger el coche y perderme la mañana del sábado en Urbasa, refugio incondicional que casi nunca me defrauda. Suele ser amigo fiel.
Sin embargo en esta ocasión se me muestra soleado, espléndido, ideal para pasear sin prisas por su interior, pero sin nieblas, que es lo que busco.

Es un lugar que me trae recuerdos de lo que no fue y éstos me acompañan a lo largo de toda la mañana haciendo que mi atención se distraiga, no disfruto de lo que tengo delante de mis ojos, miro pero no veo.

El sol se filtra entre las ramas desnudas de ese magnífico bosque de hayas y lo envuelve en un traje de camuflaje que no se presta a ser fotografiado. Por lo menos yo no lo veo.
Continuo andando sin rumbo fijo y llegado el mediodía emprendo camino de regreso a casa.

Esa noche me desvelo y desespero viendo pasar las horas sin conseguir conciliar el sueño. Decido hacer otro intento y me encamino esta vez hacia Aralar.

La mañana es muy fría y observo los campos helados cubiertos de una fina capa blanca. Según asciendo por Baraibar la nieve va se va mostrando cada vez con mayor presencia, pero ni rastro de nieblas matutinas. El frío es intenso y en el aparcamiento cambio de idea y me dirijo hacia San Miguel por simple curiosidad, como si me costara salir de la cálida comodidad que me ofrece el interior del coche.

Sin embargo, en el parking de San Miguel de Aralar me encuentro con un panorama que enamora. a mis pies se muestra la Sakana cubierta por una densa capa de nieblas que lo cubre todo hasta el horizonte.

 

La verdad es que solo por esto ya ha merecido la pena el viaje. Cojo la cámara y comienzo a moverme por allí intentando ver cómo puedo reflejar en imágenes este espectáculo en un ejercicio inútil de antemano. No es posible, la cámara limita los márgenes de lo que vemos, no muestra ni olores, ni el sonido del viento, el vaho de la respiración, ni el ruido de las pisadas sobre la superficie helada. No se puede recoger en unas fotos tanta información.
Hay que vivirlo.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Otro cielo



Ludovico Einaudi - Nuvole Bianche

No existe esponja para lavar el cielo
pero aunque pudieras enjabonarlo
y luego echarle baldes y baldes de mar
y colgarlo al sol para que se seque
siempre te faltaría un pájaro en silencio
no existen métodos para tocar el cielo
pero aunque te estiraras como una palma
y lograras rozarlo en tus delirios
y supieras por fin cómo es al tacto
siempre te faltaría la nube de algodón
no existe un puente para cruzar el cielo
pero aunque consiguieras llegar a la otra orilla
a fuerza de memoria y de pronósticos
y comprobaras que no es tan difícil
siempre te faltaría el pino del crepúsculo
eso porque se trata de un cielo que no es tuyo
aunque sea impetuoso y desgarrado
en cambio cuando llegues al que te pertenece
no lo querrás lavar ni tocar ni cruzar
pero estarán el pájaro y la nube y el pino.
Mario Benedetti

viernes, 6 de diciembre de 2013

En tu lado de la almohada


 
I'm your man -Leonard Cohen

​No soy la flor más alegre
ni mis colores los más bellos
tampoco exhalo cálidas fragancias.
A veces me crecen espinas
  y ya se acerca mi invierno
 y me marchito.
Comprendo que no me quieras
en tu lado de la almohada.


martes, 3 de diciembre de 2013

Estados de ánimo



Dance me to the end of Love -Leonard Cohen

Unas veces me siento
como pobre colina,
y otras como montaña
de cumbres repetidas,
unas veces me siento
como un acantilado,
y en otras como un cielo
azul pero lejano,
a veces uno es
manantial entre rocas,
y otras veces un árbol
con las últimas hojas,
pero hoy me siento apenas
como laguna insomne,
con un embarcadero
ya sin embarcaciones,
una laguna verde
inmóvil y paciente
conforme con sus algas
sus musgos y sus peces,
sereno en mi confianza
confiando en que una tarde,
te acerques y te mires...
te mires al mirarme.



Mario Benedetti