Praia da Frouxeira
Recalé en Valdoviño un miércoles 8 de agosto. Un día extremadamente caluroso.
Tras registrarme en el camping, montar la tienda y descargar todos los artilugios que hacen la estancia más cómoda, comí un poco y dediqué esas horas del mediodía, cuando el sol castiga con más fuerza, a descansar un rato.
Hacia las seis de la tarde decidí darme un pequeño paseo por la playa y sus alrededores.
He de confesar que el espectáculo que se me ofrecía invitaba a salir corriendo de allí. Yo venía de una pequeña aldea en la ría de Muxía y Camariñas, Leis concretamente, y aquélla todavía es una zona tranquila y donde aún no ha llegado la masificación, por lo que encontrarme con miles de coches aparcados hasta en campos donde se había desbrozado la maleza y cientos de coches se afanaban intentando buscar un hueco desesperadamente, no era lo que venía buscando.
Sólo quería un lugar tranquilo donde pasar unos días haciendo fotos y leyendo en mis ratos libres.
El paseo que hace de frontera entre la carretera y la playa se encontraba inundado de gente sentada sobre la hierba, mantel desplegado y diversas bebidas sobre la misma, mientras algunas personas buscaban ese pequeño punto de sombra sobre la base misma de los árboles para echar una cabezadita.
Confieso que estuve a punto de recoger las cosas y marcharme a otro sitio. ¿Pero a dónde?
Los tres siguientes días fueron más de lo mismo. Al parecer este fenómeno invasivo es directamente proporcional al aumento de temperaturas...
Benidorm o la playa de la Concha parecía aquello.
Dediqué esos días a recorrer los puntos que previamente traía en mi agenda intentando buscar posibles puntos de interés fotográfico. Unos cielos absolutamente limpios y temperaturas más propias del sur no me motivaban en absoluto.
Varios días después y con el descenso de temperaturas, se cumplía la fórmula matemática y la playa recuperaba espacios.
La zona no se merece este tipo de comentarios. Es una playa preciosa a la que acompañan unas dunas y una laguna interior. Su oleaje, similar al de otras zonas de costa cercana, invitan a los surfistas a adentrarse en ellas. La presión urbanística no ha llegado todavía a alcanzar niveles muy preocupantes, pero seguramente y con el tiempo, acabemos arruinando toda la zona.
Con posterioridad disfruté mucho de los paseos que a horas muy tempranas y muy tardías me concedía. A esas horas eran escasas las personas y muchas las gaviotas.
Aunque no soy amigo de la fotografía deportiva y el tiempo no nos regaló grandes olas, es inevitable que algunas de las fotos de la playa contemplen a estos amantes de las tablas. Eso sí, como meros figurantes de la misma.
¿Te servirá esta foto para relajarte en Pilates?
Creo que nunca vi unas fotos de Valdoviño tan bien buscadas, tan llenas de luz, tan amables de contenido y tan relajantes.
ResponderEliminarMenos mal que has conseguido dejar fuera a los guiris, menos mal...
Abrazos!!