martes, 5 de junio de 2012

Urbasa (I)

Urbasa

Este pasado fin de semana lo he pasado en Urbasa.
Igloo y colchoneta a cuestas, me dirigí al camping con el menor equipaje posible. Ni un pequeño fuego tan siquiera...
Intenciones muchas, leer, andar, hacer fotos, más leer, más fotos y un sin fin de lugares que visitar en la sierra. Buenas intenciones muchas, tiempo para todo ello no tanto.

El caso es que "producción" no comprendió bien que cuando yo decía querer buen tiempo no me refería a un sol de justicia que derritiera el cuerpo de mi cámara, sino más bien a otra clase de buen tiempo "fotográfico".

Urbasa se encuentra esplendorosa. Verde, muy verde, magnífica. Adornada por una explosión floral por todas partes.
Me acordaba de todas aquellas personas que sueñan despiertas en ocasiones con este regalo de la naturaleza que es Urbasa y que no se encontraban aquí disfrutando de todo esto. A todas ellas les dedico las fotos que acompañarán estas entradas.

El camping me recibió con un calor sofocante que no invitaba a realizar grandes esfuerzos.
El bosque es complicado de fotografiar y un sol fuerte complica aún más esta tarea. Además, yo deseaba "otro" Urbasa, lleno de nieblas, misterioso, con esos tonos saturados después de una chaparrada. No estaba preparado para verlo de esa otra manera.
Así que una vez instalado mi chalé igloo, decidí hacer turismo por la Améscoa Baja y tratar de recoger algún fósil de aquellos Micraster (erizos de mar) que dejaron la vida hace unos 65 millones de años, según cuentas las malas lenguas.
Juro que yo no lo ví, pero un amigo me asegura que la prima de una vecina suya fue testigo de cómo encontraron la muerte todos aquellos erizos de mar que vivían en la zona.

Y así transcurrió la tarde. Fotos, prácticamente nada, por lo que después de varias horas decidí volver al camping, comer algo de fruta y esperar al anochecer deseoso de "intentar" alguna nocturna tratando de imitar el buen hacer de Luis Nieto que en esto de las nocturnas es un auténtico especialista. Generoso además, siempre dispuesto a enseñar todo aquello que él sabe.

En cuestión de media hora la temperatura bajo unos cuantos grados, se levantó una brisa de lo más agradable y en pocos minutos todo aquello se convirtió en una tormenta acompañada de truenos y relámpagos que terminó por arruinar la prevista sesión nocturna.
Así que el café y la lectura se convirtieron en los acompañantes perfectos durante unas horas.

1 comentarios:

  1. Leo que esta es la entrada (I), osea que habra más, supongo. Pinta bien el entrante, desde luego, y gracias por la mención; para que estamos, sino para ayudarnos. Desconocia la historia que cuentas de los fosiles, y me parce muy interesante.
    Y sobre la foto, veo el bosque esplendido, y adivino algo de bruma o niebla, que te ha vestido muy bien la foto.
    Voy raudo a ver la segunda parte!

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